El transporte colectivo en Venezuela tiene su propio marketing. Se trata de un fenómeno local y aparentemente sin precedentes en otros países. Si bien la meta principal es trasladar al usuario, los llamados buses o camioneticas son decorados con mensajes que representan la idiosincracia de los dueños, choferes y hasta colectores.
Si lo pensamos bien, subir a un bus significa conectar con desconocidos. Es cierto, sin embargo, que la mayoría comprende a lo que se enfrenta. Todo venezolano sabe, por ejemplo, que al ingresar a uno de estos transportes, la música forma parte de este microcosmos. E
l término «salsa de camionetica» o «de autobús», en referencia al estilo específico de este género que sale de los parlantes de estos vehículos, forma parte de la experiencia. Son vehículos distintos al Metrobus, con dimensiones más cortas, que cumplen con cubrir rutas en el menor tiempo posible
De lo anterior se desprende que en el universo del transporte colectivo, existen «códigos». Ya no se trata solo de unidades que trasladan a cientos de usuarios, de cierta forma es toda una experiencia. Si es agradable o no, dependerá del gusto de cada persona y del propio estado físico de la unidad
Años atrás todo era diferente. Durante los 80s y 90s, buses grandes dominaban los paisajes, como los que aún cubren la ruta desde los Magallanes de Catia hasta la Florida.
Los cambios, en todo caso, son necesarios. La ciudad, con el tiempo, muta. La gente tiene nuevas necesidades y el transporte es una de ellas.
Las camionetas, como las llaman en Caracas, hablan solas con la música que escoge el conductor, la chispa del colector y, claro está, con los rotulados que buscan personalizar al vehículo. En este sentido, es comprobable el esfuerzo en diseño y mensaje a transmitir.
Los Rotulados, la nueva identidad de los buses urbanos
Darío Gutiérrez, con 30 años al volante, tiene una encava que cubre la ruta Chacaito-Propatria. Aprendió el oficio de su padre, Luis, a quien observó desde pequeño, cuando le hacía mecánica a un viejo Alcón (camioneta de pasajeros más pequeña).
“Mi papá me mandaba al liceo, pero no quise estudiar más y él me dijo que no quería vagos en la casa. Murió con el tiempo y yo tomé su lugar en su autobús, luego lo vendí para comprar una encava. Me gustan estas que son grandes. También vendí esa y luego compré esta que tengo ahora», dijo Darío
Una manera que Darío escogió para respetar el legado de su padre es imprimir un mensaje. En su encava, el rótulo está asociado al doctor José Gregorio Hernández.
“Mi viejo era devoto del médico de los pobres, como buen trujillano. Mi papá le tenía fe, yo también. A mi hijo mayor le gusta manejar la encava y hace viajes a la playa los fines de semana. Por eso, vamos con su equipo de sonido. No falta la música en la nave”, agregó.
Lo que cuenta Darío es respaldado por José Ruiz, coordinador de una ruta de transporte sub urbana, que comenzó como ruta interna en Caracas.
Ruiz explica que los rotulados tienen que ver con “el gusto y devoción que tenga cada dueño, no solo el conductor”.
“Algunos tienen creencias religiosas, son devotos de santos, vírgenes y Dios. Cada uno piensa que, como expone su vida en la carretera, buscar protección espiritual de esa manera”, explica el coordinados.
El negocio del transporte se maneja de diferentes formas. A veces el dueño de la unidad es el propio chofer. Otros, la alquilan, incluso con los propios choferes que van al mando.
“Igual los rotulados llevan el mensaje del dueño. Si es de un santo o figura espiritual, significa como una especie de protección, pero los que no, intentan dar un mensaje gracioso, llamativo que llega al usuario”, agregó Ruiz.
Aparte de los religiosos, en Caracas se pueden leer mensajes que apuntan a alguna promesa familiar. Otras veces se describen situaciones con frases singulares que hablan de la forma vivir de los dueños y/o conductores.
Lo que sí es común en los rotulados es el impacto visual. Suele ser muy llamativo y con un lenguaje corto e impactante. Otra manera de comunicar en una ciudad de miles de historias anónimas.